QUITO, Pichincha
Noboa justificó el arancel como una medida temporal hasta que Ecuador y México firmen un acuerdo comercial, cuyas negociaciones llevan años estancadas. Sin embargo, Ballén y Legarda coinciden en que esta estrategia no es efectiva.
«Ecuador no tiene el peso comercial de Estados Unidos para ejercer este tipo de presión. Para México, nuestro mercado representa menos del 1% de su comercio exterior», enfatiza Ballén.
Además, la Organización Mundial del Comercio (OMC) establece límites a los aranceles que un país puede imponer sin un acuerdo previo. Si la tasa del 27% supera esos límites, Ecuador podría enfrentar una denuncia internacional.
Según la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), algunos productos mexicanos ya pagan aranceles superiores al 27%, como ciertos automóviles (37%) y electrodomésticos (30%). Sin embargo, otros bienes esenciales para la industria ecuatoriana, como maquinaria y medicamentos, tienen tasas de entre 0% y 10%, lo que podría encarecer su importación y afectar la producción local.
México podría tomar represalias
México, aunque no es un país que acostumbre a responder con medidas beligerantes, podría imponer aranceles a productos ecuatorianos en represalia. Además, Ecuador corre el riesgo de enfrentar demandas de importadores ante el Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (Senae), argumentando que el arancel viola acuerdos comerciales vigentes. (I)