ROMA, Italia
A primera hora de la mañana, más de un centenar de personas esperaban a los pies de la estatua de Juan Pablo II erigida en la explanada del Policlínico Gemelli. Sonriendo ampliamente o rezando ante el santo polaco, todos estaban allí para presenciar la primera aparición pública del Papa Francisco tras cinco semanas de silencio y ausencia.
Denise, una francesa de 83 años de Fontaine-les-Dijon, en Borgoña – «la ciudad de san Bernardo», dice-, era una de las fieles ansiosas por ver al pontífice. Nunca imaginó que estaría allí esta mañana, con su hija Delphine y su yerno Denis, cuando le ofrecieron como regalo de Navidad un viaje de cuatro días a Roma para asistir al Jubileo. «Nos enteramos de que salía esta mañana, así que cambiamos nuestra agenda para verlo», explica.
Esta mujer, muy implicada en la Iglesia -durante mucho tiempo acompañó a catecúmenos-, está bien situada para entender por lo que está pasando el pontífice: es enfermera. «Venimos a apoyarle cuando tiene dificultades, a agradecerle lo que hace por nosotros. Es un referente importante para nuestra fe, y le necesitamos», insiste.
«Es humano»
La emoción también fue grande para Antonio, un napolitano residente en Roma, que cuenta que acude a diario al Gemelli desde que el Papa fue hospitalizado el 14 de febrero. Hace unos años, este hombre almorzó con el Papa en el Vaticano durante una comida organizada por la comunidad de Sant’Egidio para personas con dificultades.
«Me pidió que no le llamara ‘Papa’, sino ‘Francisco'», recuerda. «Francisco comprende el sufrimiento, es humano, es alguien que ayuda al prójimo», subraya este hombre de 50 años, explicando que quería corresponder a su amabilidad con apoyo espiritual.
Una breve aparición
A mediodía, bajo un sol radiante, el Papa aparece en el balcón del hospital, aclamado por una multitud visiblemente emocionada. Dio las gracias a una mujer de la multitud que le había traído un ramo de flores amarillas, pero su voz era demasiado frágil para que le oyeran los presentes. Luego, entre vítores, agitó la mano varias veces, hizo un signo de bendición y se marchó.
La escena dejó una impresión duradera en algunas personas, tanto por la visible fragilidad del Papa como por la brevedad de su aparición. Danielle, Michael y sus tres hijos -Logan, Gabriel y Margaret- aprovecharon sus vacaciones en Roma para ver al Papa.
La familia estadounidense de Wisconsin dijo estar «emocionada» por poder ver de cerca al jefe de la Iglesia católica, pero también expresó cierta preocupación por el estado del Papa.
«Tenía cara de enfermo, nada más», trató de tranquilizar el padre Victor Simao, un brasileño que estudia en Roma. El sacerdote vivió este breve momento con «gran emoción», viéndolo como la conclusión de un largo periodo durante el cual «la Iglesia estuvo unida en oración por su Papa».
Bajo la protección de la Virgen
Pilar, peruana nacida en Italia, acompañada de Alejandra, una amiga colombiana, confiesa que se ha sentido «muy tocada por la enfermedad del Papa» y que ha llegado a estar «cerca de él».
«Creo que está apoyado en su enfermedad, se confía mucho a la Virgen», asegura. Fue una premonición por parte de esta ferviente devota: nada más salir de la clínica, el Papa se dirigió directamente a la basílica de Santa María la Mayor para depositar un ramo de flores ante el icono de la Virgen Salus Populi Romani antes de regresar al Vaticano, donde está previsto que continúe su convalecencia durante dos meses. (I)
Con información de https://es.aleteia.org/2025/03/23/la-primera-aparicion-del-papa-francisco-causa-gran-emocion-en-los-fieles