LIMA, Perú
Mario Vargas Llosa, uno de los más grandes narradores en lengua española, falleció en Lima a los 89 años, dejando un legado literario que transformó la narrativa hispanoamericana. El autor peruano, nacido en Arequipa en 1936, construyó una obra sólida, profunda y crítica en torno al poder, la corrupción y la condición humana.
Debutó en las letras con Los jefes en 1959, pero alcanzó proyección internacional con La ciudad y los perros (1963), novela que rompió esquemas en la literatura latinoamericana. Le siguieron obras emblemáticas como La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969), donde exploró las estructuras del autoritarismo y la alienación social.
En la madurez de su carrera, publicó títulos de enorme calado como La guerra del fin del mundo (1981), basada en hechos históricos en Brasil, y La fiesta del Chivo (2000), una desgarradora inmersión en la dictadura de Rafael Trujillo en República Dominicana. Estas novelas confirman su maestría al diseccionar con precisión quirúrgica las dinámicas del poder y sus efectos devastadores en los individuos.
En el terreno del ensayo, Vargas Llosa también dejó huella con obras como La verdad de las mentiras (1990) y Cartas a un joven novelista (1997), en las que reflexionó sobre el arte de narrar y el compromiso del escritor con la libertad.
Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel
La consagración definitiva llegó en 2010, cuando la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura “por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la rebelión y la derrota individual”. Fue el primer autor de habla hispana en recibir el galardón en más de dos décadas.
Además del Nobel, recibió múltiples distinciones: el Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias, y fue nombrado Marqués por el rey Juan Carlos I de España. En su discurso Elogio de la lectura y la ficción, defendió el poder de la literatura para ampliar la vida humana: “Inventamos las ficciones para vivir muchas vidas cuando solo tenemos una”.
Vargas Llosa no solo escribió sobre el poder: lo estudió, lo criticó y lo narró con una lucidez que trasciende generaciones. Su obra permanece viva en bibliotecas, universidades y lectores de todo el mundo. La literatura pierde a un gigante, pero su voz sigue resonando en cada línea que desafía al silencio. (I)