STELLENBOSCH, Sudáfrica
El 27 de enero de 2015, la tranquila urbanización De Zalze Golf Estate, una de las zonas más exclusivas y seguras de Stellenbosch, se convirtió en escenario de una brutal masacre familiar que conmocionó a Sudáfrica y al mundo.
Henri van Breda, un joven de 22 años y estudiante de ingeniería en la Universidad de Melbourne, atacó con un hacha a su familia en medio de la madrugada, acabando con la vida de su padre Martin, su madre Teresa y su hermano mayor Rudi.
Un hogar destrozado
La familia Van Breda, considerada un modelo de éxito y unidad, había regresado recientemente de Australia para retomar proyectos empresariales y fortalecer lazos familiares. Sin embargo, la violencia irrumpió violentamente en su hogar.
La hermana menor, Marli, de 16 años, sobrevivió milagrosamente, aunque con severas heridas: profundos cortes, fracturas craneales y daño cerebral permanente. Tras el ataque, fue hospitalizada y permanece bajo tutela familiar, sin contacto con su hermano acusado.
Escena del crimen y contradicciones
La escena no mostró indicios de robo ni entrada forzada. El arma homicida, un hacha, fue encontrada en la vivienda. Henri fue hallado descalzo y ensangrentado fuera de la casa, hablando por teléfono.
El joven alegó que un intruso enmascarado lo atacó mientras estaba en el baño, pero la investigación desmintió esta versión. Forenses determinaron que las heridas de Henri eran superficiales y probablemente autoinfligidas, además de que el patrón y la fuerza aplicada en las víctimas indicaban la actuación de una sola persona.
Retraso sospechoso y condena
Henri tardó casi tres horas en llamar a emergencias, tiempo en el que intentó contactar a su novia y buscó en internet cómo obtener ayuda médica, lo que la Fiscalía interpretó como un intento deliberado para evitar que su familia recibiera auxilio.
Tras un juicio de 67 días iniciado en abril de 2017, la justicia condenó a Henri van Breda el 5 de junio de 2018 a tres cadenas perpetuas por los asesinatos, 15 años por el intento de homicidio de Marli y un año adicional por encubrimiento.
El caso expuso la crueldad dentro de un núcleo familiar y puso en evidencia las complejidades de la mente criminal detrás de la tragedia. Marli continúa siendo la única testigo viva de aquella noche marcada por la violencia y la traición.
Este crimen sigue siendo uno de los episodios más impactantes y estudiados en la historia judicial y criminal de Sudáfrica. (I)
