GUAYAQUIL, Guayas
La política en Ecuador a veces se vive como una obra de arte absurda: discursos que parecen más metáforas que hechos, decisiones tomadas entre sarcasmo y teatralidad, y escenas públicas que podrían pertenecer a una instalación artística, donde autoridades discuten e incluso se insultan solo para generar un show mediático y manipular la percepción ciudadana.
Cada sesión legislativa, cada confrontación entre candidatos y cada declaración en redes sociales se convierte en un juego visual, poético y burlesco, donde los políticos actúan como títeres y los ciudadanos, muchas veces, como espectadores de un circo mediático. La tipografía de los titulares y la puesta en escena crean narrativas que mezclan humor, crítica y morbo, dejando fuera de contexto la realidad que viven los ecuatorianos.
En sus discursos, los políticos incluso pueden usar tragedias o situaciones complejas como herramientas mediáticas: desde casos como “Caso Las Malvinas” hasta hechos violentos o escandalosos como asesinatos de docentes o abusos de menores, solo cuando buscan llamar la atención o posicionarse en los medios.
Desde insultos acalorados en la Asamblea hasta decisiones inesperadas que sorprenden a la ciudadanía, la política ecuatoriana se despliega como un género artístico improvisado, donde los protagonistas son tanto políticos como memes, titulares virales y comentarios en redes.
La llamada “Política Random Ecuatoriana” refleja una realidad en la que la improvisación de quienes deberían dirigir el país responsablemente se mezcla con el caos en las calles, el alto índice de criminalidad y la crítica social. La política no solo se debate: se observa, se interpreta y se comenta como espectáculo, mientras la realidad demuestra que las leyes a menudo parecen proteger más al criminal que al ciudadano. (I)
