La estulticia de Lasso exacerba al país

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Por Johnny Alvarado Domínguez, periodista

Las dos últimas semanas en el Ecuador fueron caóticas y patéticas. Un terremoto generó muerte y destrucción en la Provincia de El Oro y solo 8 días después la tragedia de Alausí enlutó a toda una nación. En Guayaquil y en el resto del país la delincuencia no da tregua.

El jueves, Lasso Mendoza salió en cadena nacional defendiendo su nombre y reputación, cuando en horas de la mañana las imágenes de un hombre cuyo torso estaba envuelto en explosivos daban la vuelta al mundo.

Aunque Ecuador se le derrumbe, Guillermo Lasso no es ni empático con el país, mucho menos con quienes han perdido a familiares por los desastres naturales o por la delincuencia organizada. Su megalomanía y egocentrismo no conocen límites. En medio de la desolación, el presidente aún cree que a los ecuatorianos le interesa más su nombre y el de su familia, cuando en las calles deben sortear robos, secuestros, extorsiones y crímenes.

“Pretenden enlodar mi nombre y el de mi hogar. Eso se llama intento de asesinato a la reputación”, dijo en la cadena nacional que se transmitió tras conocerse que la Corte Constitucional dio luz verde para que continúe el juicio político en su contra. Jamás se solidarizó con los familiares de las víctimas.

Lasso cree que todo en el país giran entorno a él. No me sorprende, yo conocí hace 20 años a una persona que aún sigue pensando que es el centro de atención y su ego la destruye; por eso sé que los cargos derrumban amistades, relaciones y vínculos cuando el ser humano no tiene los pies sobre la tierra. Y Lasso no es la excepción. Durante su intervención se preocupó más de su reputación -tan venida a menos- que por calmar un país empantanado en el oprobio

Pocos días antes de su incoherente discurso dos directivos de hospitales públicos en Guayaquil y en Esmeraldas, fueron asesinados. Un policía victimado, hubo un crimen en Samborondón y hasta el asalto a una agencia bancaria; mientras el displicente Lasso Mendoza -sobre esto- ni una sola palabra. Es como si viviera en otra dimensión. Más atención le pone a que asesinen su reputación que a cientos de ecuatorianos en las calles.

Lo raro de todo es que en medio del caos que vive la Nación y la necesidad apremiante que tiene el ciudadano de que se le brinde seguridad, él pretende ser el eje central por el asesinato de su honra, mientras en las calles se mata, se secuestra y se extorsiona a pequeños comerciantes.

Dónde está -pregunta el pueblo- quien nos sacaría del caos. Hace poco entregó patrulleros repotenciados, que los compró el Gobierno de Rafael Correa.  El país tiene una Policía desarmada con delincuencia apertrechada y avezada. Será que el Pablito, aún espera que vengan los Avengers a salvarnos. No sería nada desatinado pensar así, si el mismo Lasso desvaría, qué podemos esperar del ministro led.

En los ecuatorianos prima la desazón, la angustia y la desesperanza. Tener al mando del país a Lasso Mendoza es una bomba de tiempo ante su inoperancia. Pero será difícil que cambie, los egocentristas no lo hacen así por así. Son primeros ellos y mucho más atrás el resto. Lo digo por experiencia. Clodovea  -a quien conocí hace dos décadas- destruyó todo a su paso, sin darse cuenta de nada. Por eso es mejor cambiar a Lasso que esperar que gire el timón.

Nada bueno nos espera en manos de a quien más le preocupa perder el poder, que miles de vida en las calles del país. (O)

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Post Author: David Jaramillo

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