QUITO, Pichincha
La economía ecuatoriana va dando muestra de desaceleración e incluso de estancamiento. Las proyecciones optimistas que apuntaban a un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de más del 3% cada vez quedan más lejos.
En marzo de 2023, el Banco Central del Ecuador (BCE) ya había rebajado la proyección de crecimiento del 3,1% al 2,5%.
En su segunda revisión del año, con corte a septiembre de 2023, la estimación bajó aún más al 1,5% anual. Esta estimación significa que la economía crecerá incluso menos que el aumento de la población, con lo que la riqueza que le toca a cada ecuatoriano se reducirá.
A la desaceleración de las exportaciones se suma un menor dinamismo de las ventas y la inversión, de la mano de la inseguridad y la incertidumbre política.
Economista como Fausto Ortiz y José Hidalgo Pallares de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes) han apuntado que el desempeño puede ser incluso mucho peor y llegar a un crecimiento cercano al 1%.
Esta es una mala noticia para el país porque, como ha repetido en múltiples ocasiones Jaime Carrera, secretario técnico del Observatorio de la Política Fiscal, Ecuador necesita crecer a tasas de entre 4% y 5% durante años para realmente reducir la pobreza y aumentar el empleo formal. (I)