Ecuador en una encrucijada electoral con amenaza a la democracia

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Por José Chica Pincay, docente

En Ecuador, la política se teje con sarcasmo y cinismo desde el poder democrático. Los ciudadanos se ven obligados a soportar, sumisos, mientras se les restringe la veracidad de la información. Les dice en su cara que se privatizarán sus derechos, aplastarán su dignidad y acabarán con su vida, dejándolos sin educación, salud y trabajo, mientras los medios de comunicación actúan con complicidad y deshonestidad.

Es importante ejercer nuestro derecho al voto de manera consciente y reflexiva, considerando cuidadosamente las propuestas y promesas de los candidatos. La promesa de campaña mencionada plantea preocupaciones significativas sobre el bienestar de los trabajadores y la equidad fiscal. Es fundamental analizar detenidamente estas propuestas antes de tomar una decisión en las urnas. Con su voto, el engaño amenaza con devolverlos a la esclavitud de la Edad Media.

Esta es la promesa de campaña del candidato de apariencia atractiva y riqueza ostentosa plantea un cambio. Promete reducir los impuestos a las empresas mientras aumentará la carga fiscal de los trabajadores y eliminar la seguridad social, sustituyéndola por cupones, sin el menor análisis técnico, ni auditorias, cuando se requiere de un debate informado sobre sus posibles implicaciones a largo plazo.

En la realidad ecuatoriana, la ironía y la falta de escrúpulos parecen ser la norma. Los líderes políticos, en lugar de abogar por el bienestar de sus ciudadanos, optan por estrangular sus derechos y socavar su calidad de vida. Se burlan abiertamente de la población, prometiendo una utopía mientras empujan al país hacia la incertidumbre sin ninguna salida.

El ciudadano ecuatoriano se encuentra en una encrucijada, donde la democracia se tambalea ante la amenaza del engaño político. La promesa de un futuro mejor se desvanece ante la realidad de una mayor carga fiscal, la privatización de servicios esenciales y la pérdida de la seguridad social.

La retórica de los políticos se convierte en un arma, un instrumento para mantener al pueblo bajo su control. Prometen quitar impuestos a las grandes empresas, pero esos recortes se traducen en una carga más pesada para el trabajador común. La seguridad social, un pilar de bienestar, se desmantela, dejando a la población vulnerable y dependiente de cupones y migajas.

Este escenario no solo es una afrenta a la democracia, sino también una afrenta a la dignidad humana. Los ciudadanos ecuatorianos merecen un liderazgo que los empodere y les garantice un futuro próspero. Es hora de que la sociedad se levante contra la opresión disfrazada de promesas vacías y reconstruya una democracia que honre sus derechos y valores.

En este momento crucial, cada voto cuenta. Los ciudadanos deben ejercer su derecho al voto con sabiduría, eligiendo líderes que se preocupen genuinamente por su bienestar y no caigan en el sarcasmo y el cinismo político. La democracia ecuatoriana está en juego y depende de la voluntad del pueblo asegurarse de que sus líderes actúen en su beneficio y no en su detrimento. La hora de la acción es ahora, antes de que la promesa de la esclavitud política se convierta en una triste realidad el 15 de octubre 2023. (O)  

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Post Author: David Jaramillo

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