Por José Chica Pincay, MsC
El despido laboral, más que un mero acontecimiento económico, representa una de las experiencias más desestabilizadoras que una persona puede enfrentar. No solo afecta la estabilidad financiera, sino que también tiene un profundo impacto emocional.
Perder el empleo es, en muchos casos, comparable a un duelo, un proceso que desencadena una serie de emociones que van desde la negación hasta la aceptación, pasando por etapas de ira, depresión y negociación.
En un contexto donde la economía es incierta, el impacto del desempleo se magnifica, afectando tanto a la persona despedida como a su entorno familiar.
Las estadísticas del INEC son alarmantes, solo en el último mes, 51.100 personas se sumaron a las filas del desempleo. Esta cifra, que representa más que un simple número, refleja las historias de vida que, de un día para otro, enfrentan la incertidumbre.
A esta realidad se suma la creciente ola migratoria, que, según el consulado, ya supera en magnitud a la del feriado bancario de 1999, un evento traumático que dejó cicatrices profundas en la sociedad ecuatoriana.
La pérdida de un empleo perjudica la salud mental que es tan vital como la salud física y su deterioro puede llevar a consecuencias devastadoras, tanto a nivel individual como colectivo.
La crisis no afecta a todos de la misma manera. Cada individuo procesa el duelo del desempleo de forma distinta, aunque las fases suelen ser similares, primero la negación, luego la ira, seguida de una etapa de negociación, para finalmente llegar a la depresión y, con suerte, a la aceptación. Sin embargo, la aceptación no siempre significa resignación. Para muchos, es el punto de partida para buscar nuevas oportunidades, incluso si eso implica abandonar el país en busca de mejores condiciones de vida.
En este escenario, es importante que la sociedad y el gobierno tomen conciencia de la gravedad de la situación. No se trata solo de cifras y estadísticas, sino de vidas que se ven afectadas de manera profunda y duradera.
La implementación de políticas públicas que promuevan la creación de empleo, el apoyo psicológico a los desempleados y medidas de seguridad que reduzcan la violencia, son esenciales para enfrentar la crisis de manera integral. (O)
