Por Franklin Moreno Quezada
Hermoso documento de 352 páginas de vivencias políticas y anécdotas familiares, que revela a León, como fue: un ejemplar ser humano y un presidente para la posteridad.
Con León nos conocimos en casa de Otto Arosemena Gómez, junto a Nicolás, Lucho Chiriboga, César y Sixto Durán Ballen.
El día de la designación de Otto Arosemena Gómez como presidente de la República nos vestimos para la ocasión. León advirtió que mi corbata estaba suelta y no tenía prendedor, sacó de su maletín de mano un prendedor dorado con perla y me lo puso en la corbata. Ya en la noche en Carondelet le devolví el prendedor, pero él, me lo obsequió
Con León estuvimos en la Cámara Nacional de Representantes e interpelamos al Ministro de Gobierno, Carlos Feraud Blum por la importación de las muñecas para los hijos de los policías. Censura y destitución.
Cuando Franklin Moreno Quezada, presidente del Tribunal Electoral del Guayas, León resultó electo alcalde de Guayaquil, pero se encontraba enfermo asilado y con oxígeno. Nicolás me indicó que el alcalde estaba en la Clínica Guayaquil. Acudí hasta allá y lo posesioné como el primer ciudadano de la urbe porteña.
El suscrito, en funciones de Diputado Provincial del Guayas, electo como independiente por el PSC, nos reuníamos con León todos los lunes en la «escuelita», casa de León.
Una mañana, León nos invitó a conocer su museo personal, todos subimos, y, sorpresa, el anfitrión nos presentó los documentos de mayor trascendencia para él. El primero lo es su nombramiento como Presidente de la República, y el segundo, su nombramiento como Alcalde de Guayaquil. Las hermosas descripciones de su vida lo ubican en un sitial de nuestra historia.
¡Gracias Liliana por traer vivencias inolvidables descritas por una de sus hijas que lo idolatra! (O)
