Ozempic despierta dudas éticas por su rápido auge

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NUEVA YORK, Estados Unidos

El creciente uso de medicamentos como Ozempic, Wegovy y otros fármacos contra la obesidad encendió un intenso debate ético en Estados Unidos, donde cerca del 6% de la población ya recibe estas recetas y su demanda casi se duplica cada año desde 2019. Aunque nacieron como tratamientos para la diabetes tipo 2, hoy se promocionan como herramientas capaces de impactar enfermedades cardíacas, Alzheimer, apnea del sueño e incluso adicciones.

Sin embargo, especialistas en bioética advierten riesgos sanitarios, sociales y económicos que podrían profundizar desigualdades. Efectos secundarios como pérdida muscular, pancreatitis, problemas renales y vesiculares, además del riesgo de fomentar trastornos alimentarios o el consumo de versiones falsificadas, generan preocupación entre médicos y organismos de salud.

Un debate que trasciende la medicina
Robert Klitzman, profesor de psiquiatría y director del Programa de Maestría en Bioética de la Universidad de Columbia, afirmó que estos medicamentos representan un gran avance, pero también un desafío. Destacó que su uso prolongado y su precio —entre USD 900 y 1.400 al mes— crean una barrera económica que deja fuera a personas con menos recursos y agrava las brechas de salud pública.

Además, recordó que la FDA incluyó a Ozempic y Wegovy en su lista de medicamentos con escasez en 2023, lo que afectó a pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad severa que dependen de ellos para controlar su condición.

Riesgos para las estrategias preventivas

El auge de estos fármacos podría desviar recursos y atención de políticas preventivas esenciales, como el acceso a alimentos saludables, la promoción de actividad física y la intervención en los determinantes sociales que impulsan la obesidad. El experto advirtió que, si la sociedad ve a los medicamentos como una “solución mágica”, las autoridades podrían relajar esfuerzos en prevención.

Klitzman sostuvo que los factores sociales que impulsan la obesidad —hábitos alimentarios deficientes, desigualdad económica, ambientes obesogénicos y publicidad de comida procesada— no se resuelven con tratamientos farmacológicos.

Implicaciones económicas y de salud pública
Integrar estos medicamentos a protocolos estándar implicará un fuerte impacto financiero. Tratar a una parte significativa de la población con AOM podría elevar drásticamente el gasto sanitario y desplazar recursos destinados a otros programas. Aunque la reducción futura de enfermedades asociadas a la obesidad podría generar ahorros, el costo inicial es elevado.

Entre los beneficios están la reducción de peso, mejoras metabólicas y menor riesgo de patologías crónicas. Pero también persisten riesgos: efectos gastrointestinales, necesidad de tratamiento continuo para mantener los resultados y posibles consecuencias a largo plazo, especialmente en menores de edad.

Hacia una política equilibrada
Klitzman recomendó que los gobiernos adopten un enfoque integral que combine prevención, acceso igualitario a tratamientos y regulación de costos. Propuso permitir que aseguradoras públicas negocien precios con farmacéuticas y fortalecer políticas que fomenten entornos saludables.

El académico concluyó que Ozempic y fármacos similares pueden aportar grandes beneficios, pero solo si se integran a estrategias amplias que enfrenten la obesidad desde sus raíces médicas, sociales y económicas. (I)

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Post Author: Redaccion

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