PUERTO BAQUERIZO MORENO, Galápagos
En lo profundo del cráter del volcán Wolf, en la isla Isabela del archipiélago de Galápagos, una población aislada de tortugas gigantes Chelonoidis becki ha desafiado las probabilidades y revelado señales de recuperación natural. Científicos del Galápagos Conservancy confirmaron el hallazgo de juveniles en la inhóspita meseta de apenas 2 km², rodeada por muros volcánicos de más de 200 metros de altura.
El descubrimiento evidencia que, pese al aislamiento extremo, estas tortugas han logrado reproducirse, lo cual renueva la esperanza sobre su sostenibilidad a largo plazo. Se estima que unas 50 tortugas habitan esta zona, sobreviviendo con vegetación escasa y recolectando agua de lluvias esporádicas. No pueden escalar las paredes ni interactuar con otras poblaciones del volcán, lo que convierte su evolución en un fenómeno biológico de gran interés.
“El hallazgo de juveniles refleja su asombrosa capacidad de adaptación. Estas tortugas no solo resisten, están prosperando en un entorno extremo”, afirmó el Dr. Jorge Carrión, director de Conservación de Galápagos Conservancy.
Tecnología que impulsa la conservación
Para comprender mejor su comportamiento, los expertos han instalado rastreadores satelitales en varios ejemplares. Estos dispositivos permiten monitorear su salud, desplazamientos y condiciones del entorno en tiempo real. La información recabada resulta vital para planificar estrategias que aseguren la protección de esta población única.
“Los rastreadores satelitales nos permiten estudiar su adaptación y actuar ante cualquier amenaza. Es un proceso exigente pero esencial para su preservación”, puntualizó Carrión.
El cráter de Wolf sigue siendo un entorno severo. Durante los periodos de sequía prolongada, la falta de agua y alimento puede afectar la supervivencia de la población. Sin embargo, el reciente nacimiento de nuevas crías indica un ciclo reproductivo activo, lo que alimenta las expectativas de convertir a este grupo en una población viable a largo plazo.
Galápagos Conservancy continúa liderando esfuerzos para proteger a esta especie que ha evolucionado en completo aislamiento. Su historia es un testimonio de resiliencia biológica en uno de los ecosistemas más singulares del planeta. (I)