GUAYAQUIL, Guayas
La decisión del nuevo Gobierno ecuatoriano de permitir el reinicio de clases presenciales en 1.300 colegios, a partir de este lunes, ha abierto un agrio debate sobre si los colegios, profesores e incluso escolares están preparados cuando no existe aún un plan de vacunación consolidado.
Para muchos padres y docentes, todo responde a presiones de organismos nacionales e internacionales, e incluso de padres que necesitan trabajar, pero se preguntan sobre las posibles consecuencias de «un regreso apresurado».
«Podemos decir que sí estamos preparados, pero realmente no lo estamos», asevera la docente Grace Bermeo, que tiene toda una batería de dudas sobre el proceso y sus consecuencias, entre ellas la de cómo afectaría a los menores el convertirse en vectores de un fatídico contagio de sus hermanos, padres o abuelos.
De las 16.200 escuelas de todo el país, podrán reabrir de forma «voluntaria», «segura» y «progresiva» 1.102 en zonas rurales y 199 en urbanas.
El presidente Guillermo Lasso, que llegó al poder hace dos semanas, aseguró que su objetivo es «lograr, en el menor tiempo posible, la normalidad» en la sociedad ecuatoriana, pero docentes y padres se preguntan por qué tanta premura cuando las clases concluyen a fin de mes en una mitad del país.
Ecuador tiene dos regímenes escolares: el de la Sierra, que se extiende de septiembre a junio, y el de la Costa de mayo a febrero.
Ecuador suspendió la presencialidad en marzo de 2020 con los primeros casos de coronavirus, que en el país ha contagiado a más de 431.000 personas y matado a casi 20.800.
Desde entonces, ha habido clases virtuales y un par de tímidos intentos por retomar las presenciales, que han sucumbido a las distintas olas de contagio.
Ante la nueva decisión, los padres no ven aún un plan que haga frente a preguntas como: ¿Qué pasará en casos de contagio? ¿Cómo se mantendrá la higiene pública? ¿Cómo se garantizarán trasladados? o, incluso, ¿Cómo podrá un profesor dar clases frontales y virtuales a la vez?
Sólo ven presiones por parte de organismos nacionales e internacionales, que denuncian que el precio es altísimo, sobre todo en los sectores empobrecidos.
«Hacemos un llamado urgente para proteger el presente y futuro de la niñez», dijo el representante de Unicef en Ecuador, Joaquín González, con ocasión de la celebración el martes del Día nacional del Niño.
Según datos de esa organización, el cierre de las escuelas por la pandemia afecta en Ecuador a «4,4 millones de estudiantes», mientras que al menos «90.000 abandonaron el sistema educativo en 2020».
«La educación en línea nunca puede sustituir a la educación presencial, lo que pedimos son al menos dos ó tres días a la semana, y dos a tres horas al día» de clases, subrayó. Pero ni estos alarmantes datos parecen convencer a los padres de zonas urbanas, cuyos hijos están más expuestos.
«Deberíamos verificar si el Ministerio realizó algún análisis sobre qué establecimientos están capacitados para recibir a alumnos», plantea Diego Ron, que ve con recelo una reapertura cuando la curva de contagios no para de crecer en su provincia de Pichincha (Quito). (I)
Con información de https://www.vistazo.com/portada/