
Dos medallas de oro, una de plata y dos certificados olímpicos, desnudaron la realidad del deporte nacional. Los poseedores de las preseas pusieron el dedo en la llaga y denunciaron, a su manera, la falta de apoyo por parte de la dirigencia nacional que les negaron logística, abastecimiento, entrenadores y médicos. Si esto sucede con los que ganaron medallas, hay que imaginarse con los que solo participaron que ahora se dedican a otros menesteres. ¡Y el mundo… sigue su marcha! (O)